Wednesday, February 28, 2007

Si no se puede por la puerta...



Hay veces en que siento que el mundo termina en la puerta de mi pieza.
Y me desespero.
En esos momentos necesito a alguien mayor (un octogenario) que me abrace y que me diga las palabras precisas.
Que escuche mis tontas penas, antes que me ahogue en lágrimas.
Son palabras que nunca podré recibir de alguien más joven, simplemente porque las desconocen o porque no alcanzan a escuchar de verdad.

Una vez escribí un cuento que recién hoy logre entender realmente.
Suena ilógico, pero existen ocasiones en que escribo cosas sólo por necesidad, sin razonarlas, sin buscar el por qué o su trasfondo.

Hoy me di cuenta que detrás de esas historias que pueden parecer tristes, existe una ilusión muy sutil de que las cosas no siempre serán igual de malas. Que en los peores momentos siempre habrá alguien que intencionalmente o no, te ayudará a salir de ese mal episodio. Y no me refiero al fiel amigo que siempre está ahí cuando se le necesita, ni tampoco a tu familia que siempre se hace presente de manera incondicional, sino que a personas desconocidas que llegan a tu vida a cambiarlo todo o sólo a sacarte una sonrisa, aunque sea un par de horas. De eso habla el cuento.

Cuento que pienso reescribir y convertirlo en una novela.

hey!! y no crean que no sucede eso de la ayuda de extraños, a mi me ha pasado muchas veces. Al principio es un poco raro, porque ya no es muy común que la gente sea simpática en la calle, pero todavía quedan, así que sólo hay que dejarse llevar.


pd: la foto es mía, eh...